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21/12/07

Romanos modernos

He de deciros, señores del mal que, en un teatro romano situado en Segóbriga, hace un porrón de años se celebraban espectáculos donde acudían personas. Desconocemos lo que hacían allí, sólo sabemos que los sentimientos afloraban. El drama olía, cruzaba piernas y se reía en los dientes de los espectadores, subalternos del gran poder que desprendía Augusto.

2000 años más tarde...
...en el mismo teatro romano en ruinas, un grupo de colegas prueba sus mullidos asientos de piedra. El sol ardiente les da en la cara. Las ideas se ponen a secar pero una de ellas sale viva, la que ha tenido el administrador -le llaman así porque administra “Qué Cosa”-, un duelo entre gladiolos.

Mientras los chavales preparan el tinglado ése, algo ocurre en el Más Allá.
La BBC ha ordenado al comentarista Jones subir al cielo para experimentar nuevas sensaciones, aprovechando que Dios se ha dormido y el cielo algo descuidado está. El subordinado obedece, es enviado al cielo. Vaya, piensa él. Está observando todo el mundo... Se siente divino. Juega con los mandos, enfocando en lugares diferentes.

Dios se ha despertado, aunque no del todo. Desde su visor, observa Segóbriga y lanza mensajes vagos a los que pueblan la zona. No se entera del invasor.

Volvamos a la acción. En una bella escena con sombreado negro, el resto del grupo increpa al administrador por su magnífica idea. Éste hace caso omiso y coloca en el escenario los gladiolos. “Joder, jiñado estoy. No tengo una maceta. ¿Qué hago?”. Dios lee su mente y, en cuestión de segundos, los gladiolos ya imperan sobre la valiente arena con sus macetas. /Se derrumba el ateísmo de los presentes/. Administrador olvida su condición de ateo para hacer de árbitro en el duelo. Corre, pita. Y empieza el duelo.

Un nuevo acontecimiento tiene conmocionado a todo el mundo, que mira a todas partes con una cara que mezcla estupor y asombro. El señor Jones ya se ha hecho con los controles del Cielo y está presenciando el duelo de gladiolos.

» Hola, soy de la BBC. Comento el gran duelo de los gladiolos más gladiadores de la Hispania moderna. ¿Por qué no se mueven?

El público, con el administrador descansando en el palco -procurando evitar a avispas avispadas-, extrañamente oye los comentarios del señor de la BBC, pero no lo ve en ningún momento.

» ¡Vea al Gladiolo 2! Parece que se dispone a atacar al Gladiolo 1... ¡Oh, falló! La cosa es la misma... Arj... es duro comentar algo en donde no transcurre nada. Ah, qué bonito es el autoengaño... pongamos emoción al duelo. Ah... el viento. Gladiolo 2 mira al 1. ¡Vamo...

Jones fue pillado.

Dios: Conque te habías colado en mi cielo.

» Por favor, se lo suplico. Estoy a sueldo de la BBC. Entré al cielo para curiosear y ver cómo es.

Dios: ¡Mualajá! ¡Maldito eres! ¡Baja a la Tierra!

El público se sorprende. Parece que hay crisis en el Cielo. Cae un pañuelo cerca de los gladiolos. Y de trapo, además. El árbitro, administrador, ex-jardinero -trabajó en este sufrido oficio antes de ascender-, ex-joven y ex-niño, deja el mundo del descanso para coger el pañuelo. Lo aprovecha, ya que tiene una pequeña alergia. Se suena la nariz con el pañuelo, que tiene impreso el logo de la BBC. Platón nunca lo hubiera imaginado. Un alma en contacto con los mocos.

El hastío se apodera del ambiente.

Dios: Mis señores, ya sabéis que esto es aburrido. Os contaré un chiste: ¿Sabéis de tres señores que entran a un bar? El francés pide cordialmente un café, el inglés, un té, con la misma cordialidad y el español [...]

Público: ¡De tus dichosos gladiolos estamos hartitos! ¡Nos vamos! ¡Administrador, abandona a los gladiolos y recoge nuestras cosas!

Colorín, colorado. Se acabó lo bueno.
Y ahora el final para deficientes mentales: La estructura del lenguaje empleada en nuestro caso, un cuento, empezaba a terminarse. Veía que ya había soltado las combinaciones de letras necesarias. Había construido una historia propia. Le tocó el momento de recoger sus maletas, dejando unas palabras póstumas para sus fieles lectores. Quería cerrar todo esto y para eso nada mejor que lo que conocemos en este mundo como “fin”, que viene a decir hasta dónde ha llegado cualquiera cosa. El final, vamos.

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