Aquella planta no conocía más pena que la de la floristería, la calle –unos cuantos metros- y la oficina. Una estructura atómica poseía, nada formidable era. No se podía mover, sólo podía tomar agua y luz para crecer. Pero sirvió al jefe para poder ejecutar frases brillantes en ese cubículo conocido como “oficina”. Hete aquí un ejemplo: “¡El ficus crece más rápido que vosotros!”.
La planta se alojaba en una oficina, mirando con unos ojos sin nombre a los pobres currantes, que buscaban la forma de vencer en el Buscaminas. El ambiente insulso era. Nadie nombraba empleado del mes a alguien, hasta que al jefe se le ocurrió una idea interesante. Argumentó lo insulso de los trabajadores para justificar que diera un premio al ficus, un ser inanimado.
Sin un eslabón definido en la jerarquía de la oficina, el ficus ordenaba al jefe. Quizás era el Altísimo, el Sumo Currante y demás nombres pomposos. Se salía de la jerarquía.
Muerta la descripción, pasemos al detalle. He aquí unas cuantas historias que nos permitirán conocer mejor el percal. Teatrales, pero menos da una piedra…
Acto 1: El Ser Supremo coge un mundo prefabricado y lo deja en el sistema solar entre Venus y Marte, a 150 millones de kilómetros del Sol.
Dentro de un punto de ese mundo, hay una oficina. Ahí les dejamos.
Acto 2: Un ficus, cuatro mesas con cinco empleados (sí, el niño también cuenta… oh, vuelta a la esclavitud infantil) y un director con corbata que empezaba a hacer mal uso de sus cuerdas vocales.
Director: ¡Ese ficus está más vivo que vosotros!
Padre currante: ¿Que no estoy vivo? ¡Pero si tengo que cuidar a mi hijo, ese niño pequeño que ve!
Director: ¡Insisto en que el ficus muestra más vivacidad!
Se larga el director
Acto 3: Empleados quieren conspirar contra el maldito ficus, tras 45 quejas del director aludiendo a la planta.
Empleado 1, conocido como Reverendo Bastardo: ¡Tengo una caja de cerillas, con una sola cerilla! No me fallaréis en la lucha contra esta vulgar planta que sirve de inspiración a nuestro tirano, ¿no, hermanos? *plussh* Encendida está, voy a tirarla. ¡Qué coño, se ha jodido la cerilla! ¿Qué era esta sombra?
Sombra, traducida como ninja: Hola, soy el ninja Antonio. Me ha contratado alguien para vigilaros. Pensabais echar fuego a la planta, ¿no? Lo he oído todo. Volved a vuestros sitios, que hay trabajo por hacer. Y me retiro.
Empleados en coro: ¡Mamón! ¡Gilipollas! ¡Hijo de ogra!
Director pasando por el pasillo: Ah, dulces vocecitas. Música celestial, vamos.
Acto 4: Cuando nombran al ficus empleado del mes, en una elección arbitraria.
Director: Saludos, mis hombres del futuro. Ya sabemos el empleado del mes y es…
Reverendo Bastardo: ¿¡Soy yo!?
Director: ¡No! Es… ¡el ficus! ¡Ficus!
Hijo del director: ¿Me persono ya?
Director: Sí, sal a decir el mensaje que te he ordenado memorizar.
Hijo: Pues allá vamos. Hola, empleados. Os digo que sois los mejores insulsos que ha visto el país, por eso se lo merece el ficus. Trabajad si queréis el premio. ilusos… por mucho que curren, siempre el ficus prevalecerá
Director: ¡Falla una palabra! ¡Mal!
Hijo: ¿En qué me he equivocado?
Director: ¡En donde dice “Hola”! ¡Deberías haber dicho “Bienvenidos”!
Reverendo Bastardo: ¿Y si dejan sus disputas para más adelante? ¡El Windows se ha colgado!
Director: Arrea una patada al ordenador.
Reverendo tuvo que pagar un nuevo ordenador. Lo pagó entero.
Acto 5: Bello atardecer de verano, director charla con el ficus.
Director: Gracias por todo lo que me has dado, ficus. Me has brindado oportunidades para dejar mal a mis patéticos empleados, me has apoyado en los peores momentos y has traído mucha alegría a la oficina. No sé cómo te podré recompensar.
Acto 6: Cuando el Sha de Irán golpea al ficus por error.
Sha: Como le venía diciendo, señor… ¡Ay! ¿Qué es eso?
Director: ¡Mi ficus! ¡Mi planta! ¡Le coseré a patadas! ¡GAAAAAAAAAAAAAH!
Sha: ¡Pare, pare! ¡Anulo toda relación comercial…!
Y el Sha murió a causa de una hemorragia cerebral. Irán se encontraba sin su líder de repente. Hubo una guerra por el poder. Los islamistas ganaron… de nuevo
Acto 7: El ficus, en su lecho de muerte, tuvo un flashback.
Ficus: Todo lo que quería soñar, lo tengo aquí. He contentado a mucha gente, he conocido mundo… Pero nunca está de más recordar los orígenes, así que relataré los míos: En el principio fui una semilla. Crecí, como es sabido en toda planta. Fui a parar a una floristería tras un largo tiempo de transporte en donde conocí lugares de lo más inhóspito. No sé cómo, pero cerca de mí clavaron un cartel. La dueña me dejó sordo de alma con sus gritos de “¡Pare, vendo un ficus!”. Se calló cuando me agarró para pasar a manos de otro. Recorrí una inhóspita formación de personas y edificios, no sé cómo pueden vivir allí. Me encerraron en un edificio, para que viviera en un habitáculo al que mi captor se refiere como oficina. Y aquí estoy… Estaba.
Falleció
Acto 8: Yo tomo el protagonismo. Godot me espera, le espero. Contexto: Me aburría, quería enviar una historia terminada a alguien. Escribí una dirección al azar. La suerte provocó que mi destinatario fuera un hombre llamado Godot, que me respondió con una carta. Contenía un mensaje simple: “Quedamos en Ockeley Palace a las 6 de la tarde el domingo”. Me sorprendí, pero debía de ser una buena persona. Además tenía ganas de conocer a alguien. Y en este punto nació en mí un ente conocido como “esperar a una persona ajena a mí”. Le di de alimentar y aquí estoy.
Yo: ¡Godot! ¡Te esperaba! ¿Qué tal la historia que te envíe?
Godot: Me ha gustado tu historia del ficus. Pero ese etcétera de tu título te obliga a pagarme. Sí, esos derechos malignos para el populacho.
Yo: ¿Y no hay forma de poner eso gratis?
Godot: Hay una. Pega en esta historia un texto de copyright al final del texto.
Yo: Vale, ¡manos a la obra! Ya está, ¿le gusta?
Godot: ¡Oh, sí! ¡Me encanta! Bueno, es hora de irme. Adiós.
Yo: Adiós. Bueno, me consolaré con ese final.
© Etcétera Copyright, 203. Dueños originales: Latín culto. Dueño actual: Godot.
Las locuras del jardín inexistente, más información en su editorial preferida.
¡Nos han invadido!
Noticia de IMPACTO, nos hemos mudado a Wordpress. Si queréis seguir con CDE, Cerebro de Espuma II
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