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9/10/07

Antología I de Microrrelatos. Liendres enseñan a liendres a sobrevivir en el duro pelo.

¿Para qué palos en forma de artículo? Quiero relajarme. Mando mi colección de microrrelatos a este blog que aún no ha trotado mundo alguno. ¡Oh, es el mío! Espero que la rectificación no moleste aquí. Siete soles breves vienen a punta de fusil y teclado aquí. Están a mi servicio. Ya doraré a estos soles, que no me quieren dar wasabi. Caudillos rotos. Referencias rotas. ¿Locura congénita? Supongo que mis relatos y no tan relatos son así de irreversibles. ¡Adelante, lean! ¿Que comen solomillo? Pues nada. Hagan lo que quieran.

Tiempo, cuestión de todos.

Me dispongo a colocar la llave en el hueco justo. Dispuesto a arrancar el coche. Se han transferido miles de datos en todo el mundo. La gente ha sufrido, ha vivido, ha recorrido millones de kilómetros en todos los medios de transporte imaginables e inimaginables, ha sentido, ha escrito miles de letras, ha generado millones de horas de trabajo, ha visto morir a otros, ha pactado, ha saltado y ha conseguido dinero. Otros lo han perdido. Todo es todo. La constante rutina se ha manifestado, con subrutinas pidiendo su lugar en el mundo. Cientos de obras de arte han nacido. Las investigaciones científicas son un poco mejores. Nos acercamos al fin del mundo. El Sol está muriéndose. Los animales mueren y nacen. Giro la llave. El motor ha arrancado. Todo ha sido raudo.

Porqué sacar las cosas de la axila. Beneficios.

Teorizaré, soy el creacionista Kirk Roth. El universo se creó a partir de una cagada de un señor de 93 años, poco senil. Los trozos de la mierda se extendieron. Ahora se siguen separando. De hecho, nuestro planeta podría ser una caca. Una cagada de mundo. ¡Si es que con teorías creacionistas no es tan difícil explicar lo absurdo y hasta quedo bien, al dar una explicación pretenciosa del estado actual de la Tierra! Entre los no-darwinistas, claro. Los darwinistas me han oído teclear. Están esperándome fuera con antorchas. Oh, me aprieta el estómago. Ya les tiraré una hez.

Seres demandados por mal ritmo.

Vi a tres monos, una jirafa y una hiena en una discoteca. Nadie se escandalizó, salvo Corazón Frío, que llamó a su amigo, el juez Nico. En una larga cháchara por teléfono, que tomó 39 leguas. Al parecer, a C.F. le disgustaba el movimiento trasero revienta-corazones de la jirafa. Su corazón se estaba volviendo caliente. Sexualidad oculta, supongo. Viajando en el tiempo, hacia arriba, transcurridos dos días, veo que los animales están en el juicio. El juez no para de pedir calma a los irracionales, que hacen sus propios gritos. Oigo al juez decir eso: "¡Traedme los sedantes!". Se calma. Los animales también. Ellos van a la cárcel tras un juicio de lo más irracional.

Días después, Corazón Frío pide galletas. Murmura en voz baja: "oh, cómo les quería". Nada ocurre.

Parpadeos problemáticos.

Hola, niños. Vamos a jugar a la pelota. ¡Oh, un bonito matrimonio o algo así entre seres verdes feos! ¡Dios, qué calor infernal! ¡Y qué sol tan gordo! Oh, oh. Qué mujeres tan bellas. Chochos ricos. ¿Hacinado en las galeras? ¡Ay, que me caigo! ¡Lava ardiente! Ricas olas, ricas. Qué gustito... oh, el líquido elemento conocido como H2O. Cómo apesta este oso. Me grita... ¡argh, estoy en una cueva! Perdonen. Soy Scott. No sé que me pasa, cada dos por tres viajo por el tiempo y el espacio. Me parieron mal. De hecho estoy tratando de no parpade... arghhh ¿Perdido en el espacio? ¡Me muero! ¡Ay!

Scott fue clavado por una nave espacial, ya muerto. Nunca más consumió nueces.

Pelota de la paradoja.

Yo contemplaba aburrido. Un niño precioso jugaba. Se divertía. En su cara la sonrisa estaba bien dibujada. Un inoportuno bordillo se encontró con la pelota, objeto con el que se divertía el niño. Debido a las leyes físicas, el bordillo mandó a la pelota al duro asfalto. Era una era de crueldad para mí. Le grité: "Quédate minusválido tras ser atropellado por un autobús que transporta a minusválidos. Este mismo vehículo te transportará en los años venideros". Tenía ganas de humor negro. Pero ocurrió lo inevitable, el autobús acertó con el niño. Le dejó minusválido. Mi despreciable interior quedó conmocionado. Todos los que me oyeron se llevaron una nefasta impresión de mí. Todos grises. Ni tan buenos ni tan malos. Yo era el demonio y ellos los buenos. No obstante, hasta el más malo sufrió. Me dio un dolor intenso en mi alma. Se estremeció. La maldad inocente no tiene piedad. Aún me duele al recordar este hecho. Sobretodo cómo un niño de provecho se quedó en un hombre sin muchas posibilidades en el mundo. Por fuera, me ven igual. Que conozcan mi interior.

Hijos de las hemorragias.

Doloroso para el audaz humano, supuestamente beneficioso para nosotros. Hemos salido. ¿Y ahora qué? Tras conocer la libertad, triste destino nos espera. Hijos de hemorragias desecados al sol. ¡Triste!

Nueces.

Entré a comprar nueces. No tenía las suficientes monedas, decía el aburrido hombre. Pero valor sí que tenía. Usé las palabras inapropiadas. Me echaron. Mis reflexiones equivocadas querían vengarse del hombre por mí. Me expulsaron definitivamente. Me quedé sin nueces. Si no me equivoco, la vergüenza es mía.

2 comentarios:

Gato dijo...

Creacionismo. Evolución.
Y al fin y al cabo, todo sigue igual.

Anónimo dijo...

Sólo que el creacionismo te explica porqué nace tu papa. Y la evolución, porqué muta tu papa. De todas formas, es seca. No importa la teoría. En fin, disfrutaré de mis cereales aplastados y deglutidos.