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20/10/07

Análisis pormenorizado de una anciana que es hija de la Gran Bretaña, ¡hasta rueda y todo!

Bueno, juremos en arameo que entramos en una etapa de CDE dedicada a series que todas las partes de mi ego añoran, adoran o atacan. Como ya vieron en la biografía sobre Rita Repulsa que escribí ayer, estoy empezando a hablar de series. Ya me dedicaré a comentar las minucias de toda serie que sean dignas para mí. Con la condición de que la serie haya sido parte de mí. Hoy toca hablar de un pormenor muy ignorado en una de las mejores series de los últimos tiempos, The IT Crowd.

Mi dignidad y yo nos disponemos a ver The IT Crowd, necesitamos rememorar viejos tiempos gloriosos, en un triste intento de evadirnos de lo que nos rodea en el presente. Me dedico a poner el segundo capítulo, mientras mi acompañante piensa. Disfrutamos con todo lo que ocurre en los complejos minutos del vídeo alojado en mi DVD. El programa de vídeo está en pleno funcionamiento para satisfacer mis deseos.

Nos hemos abstraído en nuestras pantallas. Leemos los subtítulos con mucha atención, hasta que una pregunta acompañada por una anciana pensante nos despierta de nuestra larga letanía. La vieja avanza algunos pasos, tuerce de manera forzada su tobillo y trata de mostrar un miedo fingido -en realidad es una actriz, que para eso la pagan-. Cae, rueda por las escaleras de manera torpe y se levanta como si nada le haya afectado, aunque con una cara de circunstancias y un pelo igual de blanco que hace un mes. Ensaya varios gestos faciales, sin saber que una cámara le observa. La escena no ha sido eliminada, la abuela pone cara de miedo y la escalera no se inmuta ante sus actividades habituales para acelerar su descenso al piso bajo. Se acaricia la cabeza para tratar de otorgar credibilidad al dolor.

Cambio de escena. Un teléfono aparece en primer plano, alojado sobre lo que sería una mesilla de atardecer. La anciana emerge, tras arrastrarse a cuatro patas, y hace lo lógico, coger el teléfono. Se ve que su intento de bajar más rápido frustró. Y de repente aparece un subtítulo tan cruel como un cubito de hielo en el cogote. Dice que 999 ya no es el número de emergencias. Pues bueno, ¿y a mí qué me importa? Volviendo a la acción, la vieja descuelga el teléfono y empieza a sentir las delicias de su gran teclado, con una cara llena de estupor.

Otro cambio de escena. Nos muestra una pomposidad ingente, en donde enseñan rostros perfectos y ambulancias de última generación con un motor Chrysler. Durante segundos los propietarios de aquellos rostros aparecen levantados, agachados y en primer plano. Sus caras lucen de manera genial, milagros del montaje publicitario. Además estos rostros no son precisamente adefesios. Creo que lo que pretende el anuncio es mostrar que todo el monte es orégano, que no tendremos problemas cuando llamemos a emergencias, creyendo que las beldades imperarán para salvarnos. La cámara sigue moviéndose, mostrándonos el número con el que debemos llamar para ver a estas bellezas. En este punto he de decir que me sorprende el cambio que ha pegado todo eso. Mientras salen los números, mi desconcierto aumenta exponencialmente.

El número de la discordia que ha provocado mi sentir actual es: 0118 999 881 999 119 7253. Ya saben, llamen a la ambulancia tecleando pacientemente. En la cruda y fría realidad, cuando llame a este número ya tendré a Telefónica encima para decirme que este número no existe, bla, bla. Regresión repentina. Veo a la anciana, aún practicando con el teclado del teléfono ya mencionado. Está cometiendo un pecado capital, el de la ira. Alivio, lo contrario, es lo que se muestra cuando la anciana termina de pulsar y pega el aparato a la oreja. Empieza a soltarse diciendo: ¿Hola? He dado unas volteretas... La trama cambia. Se nos muestra a un morenito en primer plano, con un peinado afro, conocido como Moss. El televisor, donde Moss expulsa sus iras cotidianas, es abandonado para siempre jamás. No se menciona nunca más al anuncio, que muere en un hálito de la cinta, que sirve a la Cámara, que da sus honorarios al Director, subordinado de la Empresa, que está bajo el yugo de Inglaterra, país cuya situación se encuentra sometida por el mundo, que es regido por un conjunto de leyes conocido como Universo.

Seguimos viendo The IT Crowd. Disfrutamos de lo lindo. Volvemos a estar abstraídos, alojados en mi cómodo sofá.

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