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30/1/08

El Infierno existe. Chitón.

Sí, está en Cuba y Francia. España llegó a tener ambos, y de su herencia tenemos a Satán viviendo en España, en las Tres Mil Viviendas. Nada menos que un barrio gitano. ¿Por qué se atreve a vivir en tal lugar? Porque en realidad, quien tiene la culpa de los males de los gitanos -atracan en cada parada, molestan al personal cada dos por tres, violan a los etcéteras, et.... agh- es el mismísimo Diablo. Los gitanos actúan así porque necesitan ganar puntos para ser clientes VIP en el Infierno. Hace mil años, esta etnia selló un compromiso con Lucifer al llegar a España. Prometieron ser malos, malísimos. Esta deuda contraída en aquel momento durará hasta la extinción del Homo Sapiens Sapiens.

Cuando cobren la pensión en su senectud, les mandarán a Francia en un viaje organizado por el IMSERSO. Así conocerán de primera mano el Infierno -los viajes a Cuba están muy caros-. Y comerán sopa de pescado, porque hay que acostumbrarse al Infierno, lleno de excedentes de pescado. El caso es que ese instituto es estatal. Hace poco, Malcolm X, resucitado de su tumba, trabajó día y noche para desvelar la trama del Infierno, que alcanza a altas esferas. Don Simón produce la bebida oficial del Infierno, su famoso vino tinto. Desde 1996 firma un acuerdo con Satán por 50 años. El 30% de su producción sobre el total se destina a dar de beber a los pobres sufridos.

Asimismo, Satán fue listo en el contrato y se queda con el 50% de los beneficios anuales de Don Simón, que recibe subvenciones estatales anuales (un 15% de sus beneficios provienen de esta vía). Un décimo de estas subvenciones van para el Diablo -se podría decir que el Estado contribuye indirectamente y directamente al patrimonio del Diablo, pero de lo último nos ocuparemos más adelante-.

Cada cuatro años, la política juega un papel importante. Satán puede predecir el futuro. Siempre se arrejunta con el político que ganará las elecciones. Éste le da jugosas subvenciones para su Infierno y sus patrocinadores -de hecho, él presionó en 1997 a Aznar para que subvencionara las actividades de Don Simón-. Todos los años, hace presión para que el político de turno difunda entre sus amigos que hay que ayudar al pobre gitano. Por eso hemos sufrido durante años viendo cómo estos señores tenían de todo.

Las subvenciones al cine, que son encubiertas para dar sensación de tranquilidad al pueblo, en realidad son para cubrir los gastos del Infierno. El diablo se queda con el 10% de ellas para su fortuna personal. El otro 90% es para mejorar sustancialmente el Infierno -en 2003 pusieron baños de oro en las sucursales más viejas, cubriendo así sus gastos-.

Y se sabe que microdiablos, enviados por funcionarios infernales, despiertan el fuego de la corrupción en políticos como Jesús Gil. Ahora éste se encarga de la administración financiera del lugar ardiente ése. La corrupción es otra vía de combate de Satán para ganar acólitos.

¿Qué hay del futuro? Malcolm X termina esta investigación con un pequeño análisis:
El Infierno se quedará muy grande, habrá que cubrir la demanda. El Diablo está negociando con el Estado la creación de unas oposiciones a trabajador infernal. Asimismo, se prevé unas revueltas horribles. Por eso la muerte de Mangolele, dictador de lo peor, está programada para que éste se eleve como el nuevo guardia diabólico e imponga la ley. Será peor, será espantoso.

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