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14/11/07

Sacrificios modernos

En el siglo XXI se ha resucitado el noble arte del sacrificio humano y se ha adaptado al modo de producir que concibe la industria de la presente época. Pero sus fundamentos siguen siendo los mismos: se sacrifica en honor de una personalidad. En este caso, hablamos del sacrificio en honor a Satán. Esta vez no lo promociona ninguna religión barata sino que una empresa se encarga de ello.

¿Cómo he llegado a esta conclusión peliaguda? Os contaré lo que me sucedió para que pueda escribir ese párrafo.

Hace 2 meses me dieron un folleto, estrechamente relacionado con el tema. Copio íntegro su contenido:

¡Ahora, el Infierno ha sido mejorado!

  • Nuevo restaurante. Hemos atendido las demandas de los espartanos.

  • Nuevas calderas de última tecnología, con protección contra incendios. ¡Ahora arderá con más placer!

  • Bandas de metal para el deleite de las almas en pena. Por fin, ocio infernal


¡Participe ya!

Escoja una de estas tres opciones:
( ) Inquilino ad-eternum en el Infierno.
( ) Operario infernal.
( ) Trabajar en nuestras plantas de producción.

He de reconocer que en este momento era un lego sobre el tema. El folleto tenía un bonito colorido. No dudé en cogerlo. Cuando lo hice, iba más contento que unas castañuelas por la calle. Marqué una de las casillas, la de trabajar en las plantas. Una sonrisa se me dibujaba en la cara y hasta hablaba solo: "Bueno, por fin un trabajo decente. ¡Besaré a Satán!". Alguien me oyó hablar y tiró de mi camiseta. Como soy buena persona pues le hice caso. Me dijo "Vamos a un rincón oscuro". No lo entendía, pero le seguí.

Ya establecido en el rincón, el señor me preguntó por mi dirección de correo electrónico. Le contesté. Me dijo que tenía unos apuntes sobre el infierno, pero que era demasiado peligroso como para imprimirlos. Dándome cuenta de su intención, le di la dirección. Él me dio la suya. Por cierto, este señor se hacía llamar "Señor X". Puede parecer extraño, sin embargo, hay una buena explicación después.

Sus gestos faciales me indicaron que no debería esperar mucho del Infierno. Parecía un poco mosqueado cuando me mencionó los apuntes. Me guardé el folleto en el bolsillo y procuré ser prudente. Pasan las horas. Cambio de escenario. Estoy en mi casa, enciendo el ordenador, inicio mi programa de correo electrónico y veo un aviso de "nuevo mensaje". Así es. Recibí un correo del señor X. Copiaré íntegramente el contenido del correo.
¡Hola! Me reconoces, soy el señor X. ¿El por qué de este nombre? Es por motivos de seguridad. Me han enviado amenazas de muerte. No debo desvelar mi identidad. Bueno, que te cunda el adjunto que te envío. Contiene cosas serias y verídicas que viví de primera mano.

Abro el adjunto. Ya empezamos bien, se titula "El infierno no es tan guay". Parece un texto interesante. Leo.

Bienvenidos. Soy el señor X, ex-empleado de Infierno S.A. Trabajé como supervisor del proceso de producción de acólitos en el Infierno. Me conozco al dedillo todos los pasos que se siguen para cumplir con este proceso. Explicación rápida.

Primero, se elige a un humano de una enorme lista de espera. El currante tiene que avisar por teléfono o por correo electrónico. Si no acude en 8 horas, pues el turno es para el siguiente.

Ahora que se ha escogido al humano de turno, se le lleva a una sala oscura, totalmente arcana para el público. Ningún forastero ha entrado allí. En la sala, una máquina detecta la altura de la persona y envía una señal a la pistola para que se ponga a la altura de la frente y descerraje un tiro limpio. Bien, ha muerto. Por cierto, este proceso nunca lo podría hacer un humano por su brutalidad.

A continuación, un coche llega. Su chófer baja y recoge al cadáver para dejarlo en la parte trasera del vehículo. Avanza decenas de metros hasta llegar a un punto en donde operarios desnudan al finado, de acuerdo a antiguas reglas de la religión satánica que indican que los muertos deben ir sin nada encima para poder empezar una nueva vida.

De nuevo, el cadáver vuelve al vehículo para ir al proceso final, el proceso en donde le meten en una cinta transportadora. Al final de ella, hay una enorme boca que forma parte de una cara gigante del Diablo, hecha de metal. La cavidad conecta con una enorme tubería de metal que lleva al mismísimo Infierno. No sé dónde está ese lugar, no obstante, la tubería parece ser bastante honda.

Y ahora hablaré de mis experiencias personales. Cuando me aburría, me quedaba en la sala donde estaba aquella boca demoníaca, adornada con un montón de detalles curiosos. Primero, un marco colgado de una pared con un mensaje aburrido y a la vez cachondo, que decía:
"Control de plagas aprobado. Exterminada cucaracha solitaria. Firmado: Empresa Municipal Contra las Plagas". Mientras pasaban los minutos, perdidos en aquel cartel, veía a algunos besando una foto. No sabía para qué. Así que cuando se fueron, metí las narices. ¡Era una foto de Satán, la deidad mayor de la fábrica! Me imagino que la besarán esperando recibir buena fortuna.

Había otro cartel aún más grande: "Hell-o-matic. Sacrificios sin dolor. ¡El diablo da gracias!". Simple publicidad, así que lo ignoré. Bah, un panfleto más. Vendía monsergas. ¡Recórcholis! ¿Qué era eso de abajo? ¿Una pintada? Se aburrían mucho aquí. Decía "El friki x Julieta". Más abajo aparecía una fecha, la de la creación del graffiti. A día de hoy, aún me pregunto esto: ¿Qué maldito sentido filosófico tiene esta cosa?

No me fijé en la cara diabólica tragamuertos. Tenía dos colmillos para dar algo de miedo, aunque eran de plástico. Y entre sus ojos, había un altavoz que anunciaba: ¡Siguiente cadáver! Nada especial, rondé la cinta transportadora para ver qué cosa nueva podía observar. No obtuve nada, sólo el nombre de la compañía que las fabricaba, Miller.

Abandoné asqueado la cámara.


Creo que ahora descansaré. Me ha impresionado la crudeza del relato. Ahora, tiraré el panfleto del Infierno. Y pongo fin a toda esta pesadilla.

1 comentario:

JumaX9 dijo...

Tengo aquí un folleto sobre el cielo.
Aunque comparte dirección y nº con esa otra empresa... ¿no será la SGAE?