Érase un día absurdo en el mercado de subastas de Sotheby's, Londres. Absurdo y aburrido, porque se subastaban las mismas cosas día tras día. No obstante, decidí acercarme al mercado para ver con qué tontería nos salían para vivir la subasta en directo. Resultó que el objeto a subastar fue una piedra de supuesto origen marciano. Este pedrusco lo había visto bastantes veces en mi periplo por la Tierra.
Pero el que lo subastaba decía lo siguiente de la piedra:
Hoy tienen una magnífica ocasión de disfrutar con esta piedra, que es una obra de arte y muy difícil de encontrar aquí por el origen de nuestros materiales, bla, bla, bla. Esta piedra fue la que trajo una nave llamada (esto... ehm....)... Apolo I13 en su largo y complicado periplo por el planeta marciano. Es hermosa, única, muy bien acabada y muy pulida además de muy ligera, lo cual le confiere propiedades espaciales y especiales. Al ser este objeto raro e único, debo decirles que la subasta empezará en 100.000 libras. ¿Alguien que se anime?
-¡120.000!
-¡150.000!
-¡200.000!
-¡250.000!
Mientras escuchaba números por todas partes, mis creencias en la cordura humana ya no se afianzaban tanto. A medida que escuchaba más y más cifras, mi creencia en ellos disminuyó. Empecé a pensar en cómo se excitaban por unas palabras hechas por alguien que fue bien domesticado en una revista de esnobismo llevada a cabo por cuatro que supuestamente entendían de arte y se creeían superiores al resto. Seguí reflexionando, hasta que una cifra me cortó la respiración:
-¡50.000.000!
¿Alguien pide más?... Pues ya está, está vendida.
Lo juro por Dios, en este momento aluciné. Aluciné con un rico que compró esta piedra sólo por esnobismo y por demostrar que está forrado y no tiene nada en lo que gastar. Quise levantarme para gritar al mundo: ¡Esnobismo estúpido y acuciante!. Consideré esta acción seriamente, y mentiría si dijiera que no lo hiciera. Pero el ambiente que había en el aire no llevaba a la mejor decisión que pudiera tomar en esta parte del islote. Grité: ¿Qué tal si vendo la hez de un animal y digo que ésta es la de un marciano?. Por supuesto, se me quedaron mirando y me echaron del sitio por aplicar tal lógica aplastante. No querían verlo superficialmente, por lo que en cuanto saqué mis trapitos (en un sentido figurado o del Harrods) me vieron como un bicho peligroso que les borraba la fantasía esnobista de sus cabezas.
Trabajé noche y día para alterar la composición química de mi excremento (al fin y al cabo era otro animal) y llegué a un punto en el que ya no lo reconocía, por lo que fui al mercado de subastas de la otra vez. Tras comprobar que mi producto pasaba los trámites para ser subastado, me dijeron que lo de pasar era un dicho, no un hecho. Expulsaron mi producto tan bien como lo expulsé yo, por lo que perdí mi oportunidad para vengarme. Después de todo, conocí el mundo de las subastas por dentro y tuve que recordar mis clases de ciencia, en las que decían que las piedras marcianas podían ser bastantes parecidas a las terrestres. Tuve que callar las pestes que eché sobre la procedencia del producto, no obstante, sigo pensando que el esnobismo es un mal que afecta a todo el mundo. ¡Cuán fácil es engañar al prójimo, sea títulado o anafalbeto! ¡El poderoso markéting y una impotente puesta en luz hacen milagros!
Las locuras del jardín inexistente, más información en su editorial preferida.
¡Nos han invadido!
Noticia de IMPACTO, nos hemos mudado a Wordpress. Si queréis seguir con CDE, Cerebro de Espuma II
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5 comentarios:
Por eso, es más importante parecer que ser... por desgracia...
Nada, hasta que llegue un día en el que dos niños, al igual que en el cuento, comiencen a reirse porque el "rey va desnudo" ...
Muy bueno tu artículo. Felicidades.
slds :)
Hola, me toca usar la palabra.
Khilya, tienes toda la razón. Gracias por tus elogios, espero que sigas disfrutando de este blog de poca monta. Bueno, lo cierto es que en esta sociedad hay muchos casos bastantes parecidos al que comento en mi artículo. Por ejemplo, hay muchas personas que se compran bolsos de la marca Gucci sólo por tener una marca estampada. Las falsificaciones son casi de la misma calidad y cuestan 15 €, mientras que los bolsos "auténticos" pueden llegar a costar 800 €. Es por eso que hoy en día truinfa la publicidad de la marca, el anunciarse. Ahora se preocupan menos por la calidad, si un zapato tiene un deportista detrás pues se venderá mucho más que uno hecho por el trapero del barrio vecino, aunque tenga la misma calidad.
Tu personaje cometió un error de principiante. No hacía falta montar semejante numerito cambiando la estructura molecular de sus heces. La mierda es venal, siempre y cuando se le dé el barniz adecuado. Por ejemplo, debió dejar su mierda secar un poco y luego intentar venderla como salida del recto del mismísimo John Lennon. A Yoko Ono lleva años funcionándole.
Sí, pero la mierda ni es oriental, ni fue un Beatle
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