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10/9/07

¿Vivir del arte o no?

Ohhh. Ésa es la historia de dos mapas aficionados a beber orujo. Nada más que contar a partir de esta línea. Bien, ¿cómo alargamos esta historia? ¿Decimos que los mapas bebían aguardiente de uva o que sabían instalar programas? Estamos en una dura discusión por esto. No lo olviden, es que cuatro letras nos parecen míseras para una simple historia. Nuestro cerebro, que se une en dos personas, está moviendo los hilos necesarios para que la historia se alargue. Ergo, eso está aumentando el insomnio en nuestros dos cuerpos.

Sopesamos nuestras decisiones y tras una intransigente batalla, en la que dos cuerpos resultaron heridos, llegamos a un acuerdo. No alargamos más la historia, se queda así. Bajamos y vendemos nuestros zapatos mientras esperamos que nuestras historias sepan vivir del cuento. En este punto, defenderé que no tratamos de vivir del aire, argumento que emplean los detractores para poner nuestras historias como la vergüenza del poblado. Dicen que no es arte, que no merece la pena, bla, bla, bla... ¡Qué sabrán! ¿Acaso el arte tiene que seguir unos patrones determinados? ¿No era libre?

En aquel tercer párrafo mal hecho, mi corazón tiembla y llora ante las feroces críticas de quienes no nos admiran. Quiero refugiarme en la tranquilidad de la casa. Pero la obligación de compartir mi cerebro con el otro compañero me impulsa a ser racional y a seguir los preceptos de la ideología boinista, que consiste en estar con tu compañero y huir de todas aquellas penas superficiales que dominan nuestro cuerpo y nos sumen en depresiones innecesarias que son más costosas para nosotros que cualquiera otra cosa, como jugar a las cartas.

Cuarto párrafo. Nuestro tiempo se mide en párrafos y letras, por lo que cada vez nos queda menos. No estamos tan acostumbrados a llevarlo de manera conveniente. El tiempo cae cruel sobre nuestras cabezas. Cae devastador. Letras llueven a saco. Nuestras historias quedan en ridículo. No quedan zapatos para vender. ¿De qué vivimos? De la cruel nada. De los sacos de mentiras. De nuestras falsas ilusiones. Del autoengaño. Despertémonos. No nos queda nada.

Y aquí el último párrafo. El flujo de las letras desciende, por lo que en términos económicos nuestra vida está valorada en tres dólares. Por lo tanto, poquito nos queda para que no estemos en aquellas letras. ¿Hay algo que contar? Si acaso, que me he roto un dedo del pie derecho. Pero eso no interesa al lector, ¿no? Es hora de que el autor nos dé esquinazo. No podíamos vivir del arte y menos de uno tan malo, al fin y al cabo. Una letra enorme cae sobre nosotros. Desaparecemos y ya no estamos en la historia. No contamos para ningún lector. A partir de aquí, nada más.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Un sexto párrafo salió de debajo de la cama, llevaba ahí escondido varios días, esperando que se fueran sus hermanos... hasta que el quinto no salió por la puerta no dejó su escondite...

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shit... soy juma... y el navegador del akregator me dice que mi contraseña es incorrecta T.T Y como soy muy perro para ir hasta el zorrito... se fastidian...