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20/9/07

Columnas ficticias: Memorias de un orgullo perdido

La Enciclopedia Galáctica
Vogones: Feos gigantes que trabajan en una poesía, que es la tercera peor del universo, y que no superan el límite necesario para poder considerarse inteligentes de mediana categoría. Llevan a pasajeros en naves para darles muestras de cariño y destruyen "nuestros" planetas.

Bogonos: Antenudos que se dividen en dos clases, imperialistas y pobres. Los imperialistas son la clase media y los pobres, la clase elevada. Dicen llevar la cultura del rastreo marginal, que consiste en rastrear las posesiones de los bogonos pobres. Son verdes oscuros y no pasan del metro y medio. Su tecnología es la quinta más atrasada del Universo. Son racistas posmodernos, ya que sólo quieren a los de su especie cuando se trata de la faceta reproductiva, aunque las mujeres son unas malditas vendidas. Eso da lugar a otra característica de los bogonos, el machismo. Siempre han odiado a las mujeres imperiales y a algunas pobres también. Por último, viven en el planeta de Bogonia, que se divide en tres territorios enormes: Bogonia Alta, Bogonia Baja y Bogonia Pi.

¡Anatemas! ¡Antenas rebeldes! ¡Vendidos! Perdonen estos insultos, pero necesitaba tonificar al artículo de hoy, que habla de la pureza perdida a manos de los visitantes extranjeros. Sí, eso que tuvimos los bogonos en el pretérito más pluscuamperfecto que se haya oído. En el día que nos corresponde en el presente perfecto, este legado se ha borrado. Quizás por el influjo de una mano horrible y gigantesca que decidió intervenir en el universo para poder manejarlo a su antojo. En resumen, estaba escribiendo en el Universo nuevas especies de vida, nuevas galaxias y nuevos planetas. No sabemos quién es, pero dijo que era de la Tierra.

Que meta especies en otras galaxias que no nos incumben nos parece perfecto. De hecho, hasta es beneficioso para nuestros adustos mercaderes, ansiosos de alguien que les revitalice en lo que se refiere al tema económico. Hace poco consiguieron un cliente, los fidelianos, pero su moneda era muy débil. ¿Consecuencia? Siguieron en las mismas. No creamos en la suerte, creamos en la economía. Creer en cosas que no sean abstractas nos salvará.

¿Y qué pasa con la pureza de nosotros, los bogonos? Bien, tendré que responder a esta cuestión. Ya hemos mencionado lo de las especies en el párrafo anterior, pero es que nosotros somos de la idea ordenada, cada especie en su sitio. Al igual que muchos, en esta columna muestro mi indignación por la invasión de los vogones y cómo se aprovechan de nuestras hembras debido a una traza genética muy parecida. En un principio, ellos venían a nuestro planeta en grupos pequeños, hacían espectáculo con sus poesías y eran correspondidos con refrescazos de la región de Bogonia-Alta. Si ya nos caían mal en aquella primera ocasión, nos hinchó los tuétanos que vinieran grandes grupos de vogones en éxodos masivos y se instalaran como les placía. Además atraían a las mujeres como nadie. Sí, parte de mi odio es celoso aunque otra parte me pide que reclame el palo intergaláctico que perdí en un gueto lleno de vogonidad. Esta mezcla me da el suficiente odio como para describir al macho vogón medio copulador, que se arrejunta con nuestras odiosas bogonas, a pesar de que también son necesarias para nosotros.

Es vogón, lo será. Así es su maldita especie. Y la esposa es bogona, una maldita perra del Estado Imperialista. Se reúnen, sus vómitos se sincronizan mientras gimen de placer. Luego cuecen el líquido resultante de los vómitos para poder realizar un horrible potaje que si se deja secar, forma un imperalín, el hijo natural resultante de un cruce tan estrambótico como éste.

Secaré la imaginación para decir que en nuestro planeta, las bogonas imperialistas son nuestra clase media. ¡Nos están quitando el pan! ¡Imperalines ocuparán el mercado laboral y nos marcarán como "aquellos matados que hablaban demasiado y se quejaban de los vogones"! ¡Debemos recurrir de nuevo al conocimiento de Ficus, el mejor propagandista que haya tenido nunca nuestro planeta! Está jubilado, pero con dos palos puede hacer grandes cosas. Plantará un ficus ideológico que va a emanar unos olores que incitarán al odio hacia el vogón.

Para algo tenemos eso de la cultura. Nuestra cultura del rastreo marginal, que era representada con total fidelidad en libros, está perdiendo día a día consumidores compulsivos. La poesía vogona actualmente domina la lista de ventas de libros. ¡Si es que nuestros compatriotas han perdido el gusto y se han dejado emanar por la maldad vogona en todo... hasta en la forma de plantar animales muertos!

¿Y la tecnología? El vogonismo se ha mostrado como una alternativa clara a la boimpera, nuestra forma tradicional de hacer la tecnología. Día a día, con un trabajo minucioso se han encargado de ver que estábamos demasiados retrasados. El avance va tan rápido, que hasta el 95% de la flota imperial, considerada la más tradicional del planeta y la que pide la tecnología más probada posible, ya se ha sumado al vogonismo. ¡Luchemos por ampliar este 5%! Cuando se unan a la flota imperial, no olviden pedir naves boimperas.

Resumen final, los vogones están echando a perder nuestra pureza. Nos echarán del planeta, por ser inquilinos inapropiados para ellos. Estamos formando parte de su memoria más antediluviana. ¡Luchemos por ello! ¡Por la fuerza! ¡Por el senado! ¡Por todo! Si hace falta, creamos un golpe de estado de la nada menos absoluta.

1 comentario:

JumaX9 dijo...

Te aseguro que el coito me dio asco...