Veamos. Al consumir en una época determinada en un determinado supermercado nos regalan papeles determinados previamente por alguna fuerza diabólica, con cierta inutilidad. Estos papeles son anunciados justo en el momento más aburrido para nosotros, el verano. Es un duro golpe a nuestras neuronas dormidas. Con hábiles trucos hipnóticos te hacen magnificar el valor de estos papeles para que te creas que estarás 10 días en el Caribe, con cinco mulatas hermosas que te darán el mejor mojito del mundo mundial.
Todo aderezado con una inteligente campaña que incentiva al consumo. Así gana la empresa, creyendo que ganas tú. El mensaje está muy bien montado para que la empresa se forre a costa de pobres ilusos. Vamos, la iglesia del siglo XXI. Pero sigamos al pobre crédulo. Si has quedado hipnotizado por el poder de estos anuncios psicotrópicos cutres y no eres de los que lee con profunidad, como un robot arribas al "determinado" supermercado, coges todo tipo de tonterías que no necesitas para mejorar tu espíritu y alargas tu pedazo de plástico, que antes te lo vendieron como la llegada de Jesús a la Tierra, para comprar objetos seleccionados sin criterio, de los cuales te habrás olvidado a los 7 días.
La cajera te alarga el típico papel blanco, que queda en un rincón olvidado hasta el día del Juicio Final, con una aburrida lista que ni siquiera te interesa. Así, por tu falta de interés, te extraña estar pobre como una rata cuando el mes llega a su culminación. Por último, la cajera te hace entrega de los malditos papeles con un recuadro gris.
Investigas el funcionamiento de aquel papel que parece estar traído por misteriosos grupos judeomasónicos para conspirar contra la nación. Acabas descifrando el funcionamiento del maldito papel tras un severo trabajo de las neuronas. Resulta que el papel es un típico rasca-rasca, así que te aprestas a usar esta uña que no la empleas desde la caída de Franco. Descubres con una sensación apesumbrada que detrás de este cuadrado gris que tantas ilusiones te dabas, recibes el triste mensaje de "Sigue jugando". Con cierta probabilidad, sientes como si algo en tu corazón se hubiera roto. Pero te das cuenta de que la cajera te entregó más papeles de éstos. Y sigues usando tu uña, con continuos mensajes de "Sigue Jugando". Tu optimismo decae hasta un punto en el que tienes que emplear tus neuronas para divagar sobre el maldito juego...
Pero sigues rascando como un zombie, autoengañándote. Hasta que por fin te aprestas a divagar y descubres que todo fue un maldito truco para que consumieras más en el supermercado y se aprovecharan de ti. Un timo legal, pensarán algunos. No obstante, es muy posible que no te des cuenta y sigas consumiendo, aunque mirarás con más escepticismo a estos papeles que están destinados a la frustración de una enorme masa ilusa por ganar estatus social. Aunque albergo una pequeña esperanza para que mandes a la mierda para siempre el juego y el supermercado, pequeño consumista.
Y recordad, niños. No juguéis hasta el atardecer o arruinaréis economías familiares. Que os enseñen a ser escépticos. Es sanísimo y además te ayuda a aceptar lo que tienes.
Las locuras del jardín inexistente, más información en su editorial preferida.
¡Nos han invadido!
Noticia de IMPACTO, nos hemos mudado a Wordpress. Si queréis seguir con CDE, Cerebro de Espuma II
23/7/07
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1 comentario:
... "zas, zas, que algo te queda" xD
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